Claro que me acuerdo del barrio. Nací allí, allí viví junto con mis hermanos y mis padres y con mi abuela, cuando venía algunas temporadas. Aunque nos fuimos cuando yo tenía seis años a vivir al Poblado de San Francisco, lo seguí frecuentando porque era nuestra conexión con Madrid, vamos con Cuatro Caminos o mejor dicho con el mercado de Maravillas, que era donde solía ir mi madre a comprar cuando podía.

Recuerdo la iglesia de San Rafael Arcángel, donde hicimos la comunión, a su Párroco Don Pablo Serrano y a Don Rafael, que era distinto, no tenía tanto genio. Recuerdo a Sor María y a Sor Teresa, cantábamos con ellas en misa. Sor María era guapísima.

El chalet de Caramelos El Turco, si te acercabas a mirar siempre salían y te daban caramelos. También el Bar Ricote, buena persona y amigo de mis padres, la pescadería que había al lado del Bar Mariano, la farmacia y la plazoleta del puesto de María la chicharronera donde daba la vuelta el tranvía. Y Peñachica por donde subía el tranvía.

El Practicante del barrio era Don Bonifacio del Barrio, “Boni”, era una gran persona.

Otros comercios como Bar La Montaña, la mercería que había y la tienda de retales de telas.

Recuerdo que cerca de donde está ahora el ambulatorio, Don Emilio el médico vivía en un chalet que tenía muchos pájaros. Era otorrino… ¡Cuántas amígdalas habrá quitado a los niños de Peñagrande! Junto a Bonifacio el practicante ayudó a muchas personas.

En el Colegio Nuestra Señora del Pino, estaban Don Víctor, su hijo Miguel y su mujer Margarita, ella fue mi profesora de taquigrafía y era una familia de buenas personas.

Luego ya en el Poblado de San Francisco seguíamos subiendo a Peñagrande a misa, a comprar, etc. Y los domingos, la churrera bajaba a vendernos churros. Por supuesto, conozco la mina de la tía Justa, los chicos del Poblado pasaban dentro, pero a nosotras las chicas nos daba miedo, sólo nos adentrábamos unos metros… lo suficiente para ver la preciosa agua cristalina que manaba.

Todos son recuerdos de mi infancia que se agolpan en mi memoria.

Pilar Fernández